Santuario de Pla de Petracos
Oculto en el corazón de la Marina Alta, entre montañas silenciosas y valles suspendidos en el tiempo, se encuentra una puerta a los albores de la humanidad: el Pla de Petracos. Este santuario de piedra, esculpido por el viento y los siglos, guarda pinturas rupestres de una belleza sagrada, testigos de un mundo donde el hombre aún dialogaba con los dioses.
Un Legado Grabado en la Roca
Descubierto en la década de 1980, el yacimiento de Pla de Petracos es un vestigio del arte macroesquemático, una de las manifestaciones pictóricas más enigmáticas del Neolítico. Sobre las paredes de sus abrigos, figuras humanas de gran tamaño alzan los brazos al cielo, como en un rito eterno, mientras símbolos arcanos parecen susurrar secretos de fertilidad, ciclos agrícolas y creencias ancestrales.
El Corazón Espiritual de la Marina Alta
Más que un simple conjunto de pinturas rupestres, el Pla de Petracos es un altar de la prehistoria. Aquí, los primeros pobladores de la región dejaron su huella en rojo intenso, en un acto de comunicación con lo divino, quizás pidiendo protección o agradeciendo los dones de la tierra.
Rodeado por las sierras de Alfaro, la Carrasca y El Penyó, este enclave sagrado invita a perderse en el misterio de su origen, a escuchar el eco de aquellos que, hace más de 8.000 años, contemplaban el mismo horizonte que hoy nos envuelve.
Un Viaje a los Orígenes
Visitar el Pla de Petracos no es solo una excursión arqueológica; es un viaje en el tiempo. El sendero que lleva hasta sus abrigos es una travesía entre la historia y la leyenda, un camino donde cada roca y cada sombra cuentan una historia olvidada.
Quienes se acercan a este rincón de la Marina Alta no solo descubren el pasado, sino que sienten su presencia. Porque en este santuario de piedra, la humanidad dejó su rastro imborrable, y aún hoy, su espíritu sigue vivo, esperando a aquellos que quieran escucharlo.